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La Galería Hilario Galguera Madrid se complace en presentar la exposición individual de Viktor Pivovarov “Pantheon” en colaboración con DSC Gallery.
La Galería Hilario Galguera Madrid se complace en presentar la exposición individual de Viktor Pivovarov “Pantheon” en colaboración con DSC Gallery.
Galería Hilario Galguera Madrid is pleased to present Viktor Pivovarov’s solo exhibition Pantheon in collaboration with DSC Gallery.
Viktor Pivovarov nació el 14 de enero de 1937 en Moscú. Tras completar sus estudios en una escuela para varones, donde enseñaban antiguos guardias de los gulags, su madre y su tío decidieron que ingresara en una escuela de arte. Allí tuvo su primer encuentro personal con el régimen, cuando en 1953, poco después de la muerte de J. V. Stalin, arrancó varios de sus retratos de la pared, los metió detrás de un armario y utilizó los marcos para sus propias ilustraciones, que iba a exponer en los pasillos de la escuela. Tuvo suerte, pues fue poco antes del Congreso 21 del Partido Comunista de la Unión Soviética, por lo que se escapó sólo con una estricta advertencia. Tras graduarse de una escuela de arte, aplicó a la Academia de Bellas Artes de Moscú, pero no fue aceptado, probablemente porque su inclinación hacia la experimentación y el modernismo era demasiado evidente. Esto, por otro lado, le ayudó a la hora de presentarse a los exámenes para la Facultad de Ilustración del Instituto de Poligrafía, que era la escuela más liberal de Moscú. A principios de la década de 1970 se ganaba la vida ilustrando libros infantiles. También empezó a conocer a un periodista del Washington Post, que sigue siendo su amigo hasta hoy. Sus amigos eran interrogados con frecuencia por tener contactos con periodistas y diplomáticos, y el propio Pivovarov recibió una vez la visita de un agente del KGB que intentó -sin éxito- que se uniera a sus fuerzas. En 1978 conoció a Milena Slavická, se enamoró de ella a primera vista y cuatro años después la siguió a Praga. Afortunadamente, gracias a Jindřich Chalupecký pronto entró a formar parte de la élite artística de la época. Además, al contrario que en Moscú, en Checoslovaquia se le permitió exponer sus obras: realizó su primera exposición en 1983 en el edificio ÚKDŽ de Náměstí Míru, en Praga, y en 1989, antes de la revolución, tuvo la oportunidad de realizar una gran exposición de un centenar de cuadros en Lidový dům, en Praga-Vysočany.
Una gran exposición retrospectiva “Viktor Pivovarov: Sonya y los ángeles” se celebró en la Galería Rudofinum en 1996.
Otra gran exposición retrospectiva “Viktor Pivovarov: Gótico moscovita” se celebró en la Galería Nacional en 2021.
Una exposición individual “Viktor Pivovarov: Los jardines del monje Rabinovich” se celebró en la Casa de las Artes en 2022.
La exposición “Viktor Pivovarov: Espejos blancos” se celebró en la Galería DSC en 2023.
Sus obras se encuentran en colecciones públicas y privadas de todo el mundo, como la Tate Modern, el Centro Pompidou, la Galería Estatal Tretiakov, el Museo Estatal Pushkin de Bellas Artes y la Galería Nacional de Praga.
Viktor Pivovarov nació el 14 de enero de 1937 en Moscú. Tras completar sus estudios en una escuela para varones, donde enseñaban antiguos guardias de los gulags, su madre y su tío decidieron que ingresara en una escuela de arte. Allí tuvo su primer encuentro personal con el régimen, cuando en 1953, poco después de la muerte de J. V. Stalin, arrancó varios de sus retratos de la pared, los metió detrás de un armario y utilizó los marcos para sus propias ilustraciones, que iba a exponer en los pasillos de la escuela. Tuvo suerte, pues fue poco antes del Congreso 21 del Partido Comunista de la Unión Soviética, por lo que se escapó sólo con una estricta advertencia. Tras graduarse de una escuela de arte, aplicó a la Academia de Bellas Artes de Moscú, pero no fue aceptado, probablemente porque su inclinación hacia la experimentación y el modernismo era demasiado evidente. Esto, por otro lado, le ayudó a la hora de presentarse a los exámenes para la Facultad de Ilustración del Instituto de Poligrafía, que era la escuela más liberal de Moscú. A principios de la década de 1970 se ganaba la vida ilustrando libros infantiles. También empezó a conocer a un periodista del Washington Post, que sigue siendo su amigo hasta hoy. Sus amigos eran interrogados con frecuencia por tener contactos con periodistas y diplomáticos, y el propio Pivovarov recibió una vez la visita de un agente del KGB que intentó -sin éxito- que se uniera a sus fuerzas. En 1978 conoció a Milena Slavická, se enamoró de ella a primera vista y cuatro años después la siguió a Praga. Afortunadamente, gracias a Jindřich Chalupecký pronto entró a formar parte de la élite artística de la época. Además, al contrario que en Moscú, en Checoslovaquia se le permitió exponer sus obras: realizó su primera exposición en 1983 en el edificio ÚKDŽ de Náměstí Míru, en Praga, y en 1989, antes de la revolución, tuvo la oportunidad de realizar una gran exposición de un centenar de cuadros en Lidový dům, en Praga-Vysočany.
Una gran exposición retrospectiva “Viktor Pivovarov: Sonya y los ángeles” se celebró en la Galería Rudofinum en 1996.
Otra gran exposición retrospectiva “Viktor Pivovarov: Gótico moscovita” se celebró en la Galería Nacional en 2021.
Una exposición individual “Viktor Pivovarov: Los jardines del monje Rabinovich” se celebró en la Casa de las Artes en 2022.
La exposición “Viktor Pivovarov: Espejos blancos” se celebró en la Galería DSC en 2023.
Sus obras se encuentran en colecciones públicas y privadas de todo el mundo, como la Tate Modern, el Centro Pompidou, la Galería Estatal Tretiakov, el Museo Estatal Pushkin de Bellas Artes y la Galería Nacional de Praga.
Viktor Pivovarov was born January 14, 1937 in Moscow. After completing his studies at a boys’ secondary school, where there were also some former guardsmen from gulags teaching there, his mother and uncle decided to get him admitted to an art school. There he had his first personal encounter with the regime, when in 1953 shortly after J. V. Stalin’s death he tore down several of his portraits from the wall, stuffed them behind a cabinet and used the frames for his own illustrations which he was to exhibit in the school’s halls. He was lucky for it was shortly before the 21st Congress of the Communist Party of the Soviet Union, and thus he escaped only with a strict warning. After graduating from a secondary art school he first applied for the Moscow Academy of Fine Arts, but he was not accepted, probably because his leaning towards experiment and modernism was too evident. This, on the other hand, helped him when taking exams for the Faculty of Illustration of the Institute of Polygraphy, which was the most liberal school in Moscow. In the early 1970s he was earning his living by illustrating children’s books. He also began meeting a journalist from the Washington Post, who remains his friend till today. His friends were often interrogated for having contacts with journalists and diplomats, and Pivovarov himself was once visited by a KGB agent who tried - unsuccessfully - to have him join their ranks. In 1978 he met Milena Slavická, fell in love with her at the first sight and four years later he followed her to Prague. Fortunately, thanks to Jindřich Chalupecký he soon joined the artistic elite of that time. Moreover, unlike in Moscow, in Czechoslovakia he was allowed to exhibit his works: he had his first exhibition in 1983 in the ÚKDŽ building on Náměstí Míru in Prague, and in 1989, before the revolution, he had the opportunity to hold a large exhibition of some hundred pictures in Lidový dům in Prague-Vysočany.
A great retrospective exhibition “Viktor Pivovarov: Sonya and the angels” was held in the Rudofinum Gallery in 1996.
Another great retrospective show “Viktor Pivovarov: Moscow Gothic” was held in the National Gallery in 2021.
A solo show “Viktor Pivovarov: The Gardens of the Monk Rabinovich” was held in the House of Arts in 2022.
A show “Viktor Pivovarov: White Mirrors” was held in the DSC Gallery in 2023.
His works can be found in public and private collections worlwide, including Tate Modern, Centre Pompidou, the State Tretyakov Gallery, the State Pushkin Museum of Fine Arts, and Prague National Gallery.
La exposición Pantheon presenta obras de Viktor Pivovarov sobre formas metafísicas. El ciclo expuesto aquí, titulado Eidoi con atributos, representa una parte de una de las mayores series de Pivovarov, Eidoi, iniciada en el año 2000 y finalizada en el 2008.
El término Eidos (pl. eidoi) procede de la filosofía platónica, y significa una idea familiar para el alma antes de su concepción, a la que el alma vuelve a lo largo de la vida. En sus cuadros, Pivovarov intenta localizar, identificar y retratar esta idea.
Las figuras de Pivovarov recuerdan a las obras de Giorgio de Chirico, a los últimos trabajos de Kazimir Malevich o simplemente a los maniquíes articulados de madera utilizados en las escuelas de arte. Las figuras carecen de rostro, lo que las priva de toda individualidad, sexo o ego. El artista sólo utiliza colores primarios, como si subrayara el carácter elemental del propio proyecto. Los fondos son blancos. Al igual que Wassily Kandinsky, Pivovarov entiende el color blanco como un equivalente del color oro, que se utiliza habitualmente para referirse al mundo metafísico. Las obras adquieren así un significado similar al de las pinturas medievales sobre tabla. En consecuencia, los eidoi no existen en nuestro mundo terrenal, al igual que los iconos de los santos medievales.
Los eidoi, expuestos en la galería madrileña, hacen referencia a la tradición de las figuras de santos por sus diversos atributos, que, a diferencia de las propias figuras, se representan de forma realista y se convierten así en conductos entre el mundo terrenal y el metafísico. Cualquier objeto, ya sea una lámpara de queroseno, un tintero o una regadera, nos ayuda a acercarnos a los mundos eidéticos originales. Al mismo tiempo, al observar estos objetos, podemos identificar a estos eidoi sin sus atributos individuales, de forma similar a los iconos de los santos, que también se representan en su forma idealizada, no realista.
Una procesión de eidoi se dirige hacia un gran círculo rojo, símbolo del infinito y de la trascendental perfección edénica. En el centro del círculo hay otro más pequeño, que simboliza el ojo humano. A través de este ojo el artista retrata ideas antes invisibles que el visitante puede a su vez explorar a través de este mismo ojo.
El interior de la exposición podría evocar un Panteón imaginario, el templo de todos los dioses. La procesión de seres perfectos conduce al visitante por la nave del templo hacia el ábside, que domina el espacio como símbolo de la perfección edénica.
La exposición Pantheon presenta obras de Viktor Pivovarov sobre formas metafísicas. El ciclo expuesto aquí, titulado Eidoi con atributos, representa una parte de una de las mayores series de Pivovarov, Eidoi, iniciada en el año 2000 y finalizada en el 2008.
El término Eidos (pl. eidoi) procede de la filosofía platónica, y significa una idea familiar para el alma antes de su concepción, a la que el alma vuelve a lo largo de la vida. En sus cuadros, Pivovarov intenta localizar, identificar y retratar esta idea.
Las figuras de Pivovarov recuerdan a las obras de Giorgio de Chirico, a los últimos trabajos de Kazimir Malevich o simplemente a los maniquíes articulados de madera utilizados en las escuelas de arte. Las figuras carecen de rostro, lo que las priva de toda individualidad, sexo o ego. El artista sólo utiliza colores primarios, como si subrayara el carácter elemental del propio proyecto. Los fondos son blancos. Al igual que Wassily Kandinsky, Pivovarov entiende el color blanco como un equivalente del color oro, que se utiliza habitualmente para referirse al mundo metafísico. Las obras adquieren así un significado similar al de las pinturas medievales sobre tabla. En consecuencia, los eidoi no existen en nuestro mundo terrenal, al igual que los iconos de los santos medievales.
Los eidoi, expuestos en la galería madrileña, hacen referencia a la tradición de las figuras de santos por sus diversos atributos, que, a diferencia de las propias figuras, se representan de forma realista y se convierten así en conductos entre el mundo terrenal y el metafísico. Cualquier objeto, ya sea una lámpara de queroseno, un tintero o una regadera, nos ayuda a acercarnos a los mundos eidéticos originales. Al mismo tiempo, al observar estos objetos, podemos identificar a estos eidoi sin sus atributos individuales, de forma similar a los iconos de los santos, que también se representan en su forma idealizada, no realista.
Una procesión de eidoi se dirige hacia un gran círculo rojo, símbolo del infinito y de la trascendental perfección edénica. En el centro del círculo hay otro más pequeño, que simboliza el ojo humano. A través de este ojo el artista retrata ideas antes invisibles que el visitante puede a su vez explorar a través de este mismo ojo.
El interior de la exposición podría evocar un Panteón imaginario, el templo de todos los dioses. La procesión de seres perfectos conduce al visitante por la nave del templo hacia el ábside, que domina el espacio como símbolo de la perfección edénica.
The exhibition Pantheon features Viktor Pivovarov’s works on metaphysical forms. The cycle exhibited here, entitled Eidoi with Attributes represents a part of one of Pivovarov’s biggest series Eidoi, begun in 2000 and finished in 2008.
The term Eidos (pl. eidoi) comes from Platonic philosophy, signifying an idea familiar to one’s soul before its conception to which the soul returns throughout one’s life. In his paintings Pivovarov attempts to locate, identify, and then portray this idea.
Pivovarov’s figures are reminiscent of the works of Giorgio de Chirico, the late works of Kazimir Malevich or simply the wooden jointed mannequins used in art schools. The figures are faceless, which deprives them of any individuality, sex or ego. The artist only uses primary colours, as if highlighting the elementary nature of the project itself. The backgrounds are white. Similarly to Wassily Kandinsky, Pivovarov understands the colour white as an equivalent to colour gold, which is ordinarily used to reference the metaphysical world. The works therefore gain a meaning similar to medieval panel paintings. Consequently, the eidoi do not exist in our earthly world, much like the icons of medieval saints.
The eidoi, exhibited in the Madrid gallery, reference the saint figure tradition by their various attributes, which are, in contrast to the figures themselves, portrayed in a realist manner and so become conduits between the earthly and the metaphysical worlds. Any object, be that a kerosene lamp, an inkwell, or a watering can, help us to get closer to the original eidetic worlds. At the same time, when observing these objects, we can identify these eidoi without their individual attributes, similarly to the icons of saints, which are likewise depicted in their idealised, not realistic form.
A procession of eidoi is heading towards a large red circle, symbolising infinity and the transcendental edenic perfection. In the centre of the circle lies another, smaller circle, symbolising the human eye. Through this eye the artist portrays previously invisible ideas which the visitor can in turn explore through this very eye.
The interior of the exhibition might evoke an imaginary Pantheon - the temple of all gods. The procession of perfect beings leads the visitor through the temple nave towards the apse, which dominates the space as a symbol of edenic perfection.