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Obertura
Obertura
Obertura
Gabriel O’Shea
16
.
Jan
.
2025
-
21
.
Feb
.
2025
CURADURÍA -  
CURATED BY -  
Galeria Hilario Galguera Madrid

Calle del Dr. Fourquet, 12

+(34) 635 97 53 34

madrid@galeriahilariogalguera.com

La Galería Hilario Galguera Madrid se complace en presentar Obertura, la más reciente exposición individual  del artista Gabriel O’Shea (Metepec, México, 1998). Un preludio inquietante a un futuro donde lo humano y lo  tecnológico se entrelazan de forma irreversible. Todas las pinturas que conforman esta muestra fueron creadas  durante el año 2024 y se presentarán por primera vez al público, reflejando el compromiso del artista de construir  cada exposición como un todo único, una narrativa que no admite repeticiones.  

En Obertura cada pieza es un portal, y cada título, un enigma. Códigos como “31065004”, referencia al lóbulo occipital,  sugieren un inquietante rediseño de lo humano: en la obra, circuitos y metales atraviesan el cráneo, modificando el  modo en que procesamos la realidad. Los títulos, extraídos de un vasto compendio de terminología médica como  SNOMED CT*, encapsulan esta reducción inquietante: el cuerpo humano se convierte en una lista de referencias, un  catálogo de posibilidades para la intervención tecnológica. En este diálogo entre carne y máquina, la visión misma  se convierte en una construcción, una percepción alterada por la invasión de dispositivos que reescriben nuestra  experiencia sensorial. 

Las pinturas, realizadas al óleo sobre madera y lienzo, rinden homenaje a las técnicas tradicionales, pero su génesis  se encuentra en imágenes creadas utilizando inteligencia artificial. Esta convergencia entre lo artesanal y lo digital  tensiona las fronteras del arte, planteando preguntas sobre autoría, esfuerzo y trascendencia. En algunas piezas, un  cuero translúcido, inspirado en las prácticas radicales del diseñador Carol Christian Poell, envuelve las superficies,  distorsionando la vista y frustrando el deseo de captar plenamente los detalles. 

Gabriel O’Shea ha utilizado, durante años, la cera para rematerializar fragmentos de cuerpos, aludiendo, sin  anécdota ni derivaciones documentales, a la violencia contextual. Acaso estas “disciplinas” de la carne tengan  que ver con su educación religiosa que introduce un rastro de espiritualidad enigmática. Las visiones capitales  que presenta en la Galería Hilario Galguera Madrid no comparten la dinámica del futurismo tecnológico, aunque  tengan un singular tono ciber-gótico

Obertura de Gabriel O’Shea “anuncia lo que está por venir”; esas pinturas ofrecen un reflejo inquietante y familiar de lo que somos. Cuando las vemos, lo importante es aquello que nos mira. Todas esas cabezas nos hurtan la  mirada, aunque el modo en el que nos dan la espalda esos sujetos está en las antípodas de la recóndita promesa de  reconciliación que latía en los caminantes de Friedrich que intentaban encontrar sentido a un mundo sin dioses en  una playa inhóspita o en los abismos de la montaña. La niebla romántica se ha disipado y en vez de una ruina a partir  de la cual comenzar a poetizar lo que nos queda, tenemos que sobrevivir en el seno de lo in-mundo

Extracto del texto 
Las Visiones Capitales de Gabriel O’Shea.
Fernando Castro Flórez. 

Obertura no es simplemente una exhibición; es un ensayo visual sobre la fragilidad de la humanidad en un mundo  cada vez más gobernado por algoritmos. Nos desafía a considerar qué queda de lo humano cuando nuestros cuerpos  son despojados de su autonomía y nuestra percepción es moldeada por fuerzas que apenas comprendemos. En esta  apertura hacia lo desconocido, O’Shea no nos promete respuestas, pero nos deja ante la inquietante realidad de que la  tecnología, al igual que la religión, podría ser tanto nuestra salvación como nuestra condena. 

*SNOMED CT es el estándar de terminología clínica más avanzado y completo disponible actualmente. Su amplio uso, respaldo por instituciones  internacionales y capacidad para mejorar la interoperabilidad lo convierten en una herramienta esencial para la atención médica moderna. Al utilizar  conceptos estandarizados, SNOMED CT permite realizar análisis consistentes en estudios clínicos y epidemiológicos a nivel global.

La Galería Hilario Galguera Madrid se complace en presentar Obertura, la más reciente exposición individual  del artista Gabriel O’Shea (Metepec, México, 1998). Un preludio inquietante a un futuro donde lo humano y lo  tecnológico se entrelazan de forma irreversible. Todas las pinturas que conforman esta muestra fueron creadas  durante el año 2024 y se presentarán por primera vez al público, reflejando el compromiso del artista de construir  cada exposición como un todo único, una narrativa que no admite repeticiones.  

En Obertura cada pieza es un portal, y cada título, un enigma. Códigos como “31065004”, referencia al lóbulo occipital,  sugieren un inquietante rediseño de lo humano: en la obra, circuitos y metales atraviesan el cráneo, modificando el  modo en que procesamos la realidad. Los títulos, extraídos de un vasto compendio de terminología médica como  SNOMED CT*, encapsulan esta reducción inquietante: el cuerpo humano se convierte en una lista de referencias, un  catálogo de posibilidades para la intervención tecnológica. En este diálogo entre carne y máquina, la visión misma  se convierte en una construcción, una percepción alterada por la invasión de dispositivos que reescriben nuestra  experiencia sensorial. 

Las pinturas, realizadas al óleo sobre madera y lienzo, rinden homenaje a las técnicas tradicionales, pero su génesis  se encuentra en imágenes creadas utilizando inteligencia artificial. Esta convergencia entre lo artesanal y lo digital  tensiona las fronteras del arte, planteando preguntas sobre autoría, esfuerzo y trascendencia. En algunas piezas, un  cuero translúcido, inspirado en las prácticas radicales del diseñador Carol Christian Poell, envuelve las superficies,  distorsionando la vista y frustrando el deseo de captar plenamente los detalles. 

Gabriel O’Shea ha utilizado, durante años, la cera para rematerializar fragmentos de cuerpos, aludiendo, sin  anécdota ni derivaciones documentales, a la violencia contextual. Acaso estas “disciplinas” de la carne tengan  que ver con su educación religiosa que introduce un rastro de espiritualidad enigmática. Las visiones capitales  que presenta en la Galería Hilario Galguera Madrid no comparten la dinámica del futurismo tecnológico, aunque  tengan un singular tono ciber-gótico

Obertura de Gabriel O’Shea “anuncia lo que está por venir”; esas pinturas ofrecen un reflejo inquietante y familiar de lo que somos. Cuando las vemos, lo importante es aquello que nos mira. Todas esas cabezas nos hurtan la  mirada, aunque el modo en el que nos dan la espalda esos sujetos está en las antípodas de la recóndita promesa de  reconciliación que latía en los caminantes de Friedrich que intentaban encontrar sentido a un mundo sin dioses en  una playa inhóspita o en los abismos de la montaña. La niebla romántica se ha disipado y en vez de una ruina a partir  de la cual comenzar a poetizar lo que nos queda, tenemos que sobrevivir en el seno de lo in-mundo

Extracto del texto 
Las Visiones Capitales de Gabriel O’Shea.
Fernando Castro Flórez. 

Obertura no es simplemente una exhibición; es un ensayo visual sobre la fragilidad de la humanidad en un mundo  cada vez más gobernado por algoritmos. Nos desafía a considerar qué queda de lo humano cuando nuestros cuerpos  son despojados de su autonomía y nuestra percepción es moldeada por fuerzas que apenas comprendemos. En esta  apertura hacia lo desconocido, O’Shea no nos promete respuestas, pero nos deja ante la inquietante realidad de que la  tecnología, al igual que la religión, podría ser tanto nuestra salvación como nuestra condena. 

*SNOMED CT es el estándar de terminología clínica más avanzado y completo disponible actualmente. Su amplio uso, respaldo por instituciones  internacionales y capacidad para mejorar la interoperabilidad lo convierten en una herramienta esencial para la atención médica moderna. Al utilizar  conceptos estandarizados, SNOMED CT permite realizar análisis consistentes en estudios clínicos y epidemiológicos a nivel global.

Galería Hilario Galguera Madrid is pleased to present Obertura, the most recent solo exhibition by artist Gabriel O’Shea (Metepec, Mexico, 1998). A haunting prelude to a future where the human and technological become irreversibly intertwined. All the paintings that make up this exhibition were created during the year 2024 and will be presented to the public for the first time, reflecting the artist’s commitment to build each exhibition as a unique whole, a narrative that does not admit repetitions.

In Obertura each piece is a portal, and each title an enigma. Codes such as “31065004”, a reference to the occipital lobe, suggest an unsettling redesign of humankind: in the pieces, circuits and metals pass through the skull, modifying the way we process reality. The titles, drawn from a vast compilation of medical terminology such as SNOMED CT*, encapsulate this unsettling reduction: the human body becomes a list of references, a catalog of possibilities for technological intervention. In this dialogue between flesh and machine, vision itself becomes a construction, a perception altered by the invasion of devices that rewrite our sensory experience.

The paintings, made in oil on wood and canvas, pay homage to traditional techniques, but their origin is in images created using artificial intelligence. This merging of the handmade and the digital strains the boundaries of art, raising questions about authorship, effort and transcendence. In some pieces, a translucent leather, inspired by the radical practices of designer Carol Christian Poell, surrounds the surfaces, distorting the view and disrupting the desire to fully grasp the details.

Gabriel O’Shea has used, for years, wax to rematerialize fragments of bodies, alluding– without anecdote or documentary derivations– to contextual violence. Perhaps these “disciplines” of the flesh are linked to his religious upbringing, which introduces a trace of enigmatic spirituality. The capital visions he presents at Galería Hilario Galguera Madrid do not share the dynamics of technological futurism, even if they have a singular cyber-gothic tone.

Obertura by Gabriel O’Shea “announces what is to come”; these paintings offer an unsettling and familiar reflection of who we are. When we look at them, what matters is what looks back at us. All these heads steal our gaze, yet the way in which the figures turn their backs on us is diametrically opposed to the profound promise of reconciliation that lingered in the figures of Friedrich’s wanderers, who sought meaning in a godless world, whether on a desolate beach or in the abysses of the mountains. The romantic fog has dissipated, and instead of a ruin from which to begin poeticizing what remains, we must survive in the midst of a defiled world.

Excerpt from the text
The Capital Visions of Gabriel O’Shea.

Fernando Castro Flórez.

Overture is not simply an exhibition; it is a visual essay on the fragility of humanity in a world increasingly governed by algorithms. It challenges us to consider what is left of what is human when our bodies are stripped of their autonomy and our perception is shaped by forces we barely understand. In this opening into the unknown, O’Shea does not promise us answers, but leaves us facing the unsettling reality that technology, like religion, could be both our salvation and our damnation.

*SNOMED CT is the most advanced and comprehensive clinical terminology standard available today. Its widespread use, endorsement by international institutions and ability to improve interoperability make it an essential tool for modern medical care. By using standardized concepts, SNOMED CT enables consistent analysis in clinical and epidemiological studies globally.

Gabriel O’Shea

Gabriel O’Shea (México, 1998) es un artista multidisciplinario que trabaja en medios como escultura, pintura,  fotografía, instalación y video. Utiliza su arte como una herramienta que le permite sembrar cuestionamientos  íntimos en el espectador acerca de una pluralidad de temas como la memoria, la tecnología, el cuerpo humano,  la violencia, la decadencia y la espiritualidad (o falta de ella). Sus obras con frecuencia se presentan segmentadas,  parcialmente mostradas, o veladas, implicando narrativas latentes inquietantes, enfatizadas por el realismo y  precisión de su técnica.  

En los últimos años, sus proyectos han desarrollado una narrativa continua que cuestiona el camino actual de la  humanidad y lo que destina a futuro, creando una tensión entre lo existencial y lo espiritual, entre la tranquilidad  y el caos. 

Gabriel estudió en la Barcelona Academy of Art, en el año 2018. Sus exposiciones individuales incluyen Preludio, Galería Hilario Galguera, México (2023); Huespedes, G.O Studio, Metepec, México (2020); y Museo Casa de la Mora, Toluca (2017). Ha participado en muestras colectivas tales como Index 5: estancias, Galería Hilario Galguera, México (2021); DOT Daynight, México (2024); y Aquí y allá, Centro Nacional de las Artes, México (2022).

Gabriel O’Shea (México, 1998) es un artista multidisciplinario que trabaja en medios como escultura, pintura,  fotografía, instalación y video. Utiliza su arte como una herramienta que le permite sembrar cuestionamientos  íntimos en el espectador acerca de una pluralidad de temas como la memoria, la tecnología, el cuerpo humano,  la violencia, la decadencia y la espiritualidad (o falta de ella). Sus obras con frecuencia se presentan segmentadas,  parcialmente mostradas, o veladas, implicando narrativas latentes inquietantes, enfatizadas por el realismo y  precisión de su técnica.  

En los últimos años, sus proyectos han desarrollado una narrativa continua que cuestiona el camino actual de la  humanidad y lo que destina a futuro, creando una tensión entre lo existencial y lo espiritual, entre la tranquilidad  y el caos. 

Gabriel estudió en la Barcelona Academy of Art, en el año 2018. Sus exposiciones individuales incluyen Preludio, Galería Hilario Galguera, México (2023); Huespedes, G.O Studio, Metepec, México (2020); y Museo Casa de la Mora, Toluca (2017). Ha participado en muestras colectivas tales como Index 5: estancias, Galería Hilario Galguera, México (2021); DOT Daynight, México (2024); y Aquí y allá, Centro Nacional de las Artes, México (2022).

Gabriel O’Shea (México, 1998) es un artista multidisciplinario que trabaja en medios como escultura, pintura,  fotografía, instalación y video. Utiliza su arte como una herramienta que le permite sembrar cuestionamientos  íntimos en el espectador acerca de una pluralidad de temas como la memoria, la tecnología, el cuerpo humano,  la violencia, la decadencia y la espiritualidad (o falta de ella). Sus obras con frecuencia se presentan segmentadas,  parcialmente mostradas, o veladas, implicando narrativas latentes inquietantes, enfatizadas por el realismo y  precisión de su técnica.  

En los últimos años, sus proyectos han desarrollado una narrativa continua que cuestiona el camino actual de la  humanidad y lo que destina a futuro, creando una tensión entre lo existencial y lo espiritual, entre la tranquilidad  y el caos. 

Gabriel estudió en la Barcelona Academy of Art, en el año 2018. Sus exposiciones individuales incluyen Preludio, Galería Hilario Galguera, México (2023); Huespedes, G.O Studio, Metepec, México (2020); y Museo Casa de la Mora, Toluca (2017). Ha participado en muestras colectivas tales como Index 5: estancias, Galería Hilario Galguera, México (2021); DOT Daynight, México (2024); y Aquí y allá, Centro Nacional de las Artes, México (2022).

TEXTO CURATORIAL
/ Por

Un fantasma recorre la estética contemporánea (valga el juego en torno a un mítico Manifiesto), un espectro que  acaso sea el síntoma de que no es posible imaginar otra comunidad que la del vacío. La obra de Gabriel O’Shea tiene, en mi memoria, la atmósfera inquietante de lo hauntológico, despojado (afortunadamente) de cualquier  rasgo de nostalgia. Dibujante extraordinario y artista obsesivo, ha evitado caer en el manierismo complaciente,  dejando que su fantástica imaginación le llevara hacia regiones en las que lo sombrío se impone al (goyesco) sueño  de la razón. 

Gabriel O’Shea atraviesa, con extremada lucidez, la hipnosis de la llamada Inteligencia Artificial, para reclamar  la potencia (siempre desconocida según Baruch Spinoza) del cuerpo. Consciente, como todos aquellos que no  estén instalados en la bunkerización propia de los hikikomori, de que la conducción algorítmica de la existencia  nos lleva a estar “tristes por diseño”, plantea unas extrañas reconfiguraciones que afectan, literalmente, a (nuestras)  cabezas. Desde aquellos dibujos que Leonardo realizara de los cráneos hasta las vanitas barrocas o una película  como Eraserhead de David Lynch, encontramos sedimentado un proceder alegórico que unifica el “semblante”. 

El resto puede ser algo más que el silencio, especialmente para un artista que, como declaró en una entrevista, le  gusta coleccionar los residuos de su trabajo (polvo, maderas, guantes), confiando en la antigüedad de las cosas o,  mejor, propiciando una “resurrección” a través de su capacidad creativa. Ya no basta con un cuadrado negro para  dar cuenta de nuestro “tiempo desquiciado”. Cualquier elaboración del duelo necesita de una re-configuración del  cuerpo (amado) perdido, incluso tenemos que mimetizar (depresivamente) lo que está corrompiéndose. 

Gabriel O’Shea ha utilizado, durante años, la cera para rematerializar fragmentos de cuerpos, aludiendo, sin  anécdota ni derivaciones documentales, a la violencia contextual. Acaso estas “disciplinas” de la carne tengan que  ver con su educación religiosa que introduce un rastro de espiritualidad enigmática. Las visiones capitales que  presenta en la Galería Hilario Galguera de Madrid no comparten la dinámica del futurismo tecnológico, aunque  tengan un singular tono ciber-gótico. En última instancia, estas maquinaciones pictóricas son esfuerzos (a pesar de  todo) de recomponer lo humano en una época de nihilismo consumado en la forma de la cibernética. 

Obertura de Gabriel O’Shea “anuncia lo que está por venir”; esas pinturas ofrecen un reflejo inquietante y familiar de lo que somos. Cuando las vemos, lo importante es aquello que nos mira. Todas esas cabezas nos hurtan la  mirada, aunque el modo en el que nos dan la espalda esos sujetos está en las antípodas de la recóndita promesa  de reconciliación que latía en los caminantes de Friedrich que intentaban encontrar sentido a un mundo sin dioses  en una playa inhóspita o en los abismos de la montaña. La niebla romántica se ha disipado y, en vez de una ruina a  partir de la cual comenzar a poetizar lo que nos queda, tenemos que sobrevivir en el seno de lo in-mundo

Lo que nombran las obras de Gabriel O’Shea, desde la neuroplasticidad a la reconexión, de los circuitos a lo  corrupto, es lo tecno-planetario, esto es, la existencia atrapada en los dispositivos. La ausencia de rostro en la  frontera del interface podría interpretarse como una petrificación post-medúsea que hace desaparecer cualquier  deseo de identificación. Alterados en la (pseudo)conectividad o, para ser más precisos, completada la rostrificación  (esa noción que introducen Deleuze y Guattari en Mil Mesetas), tendríamos que intentar mirar de otra manera.  Este artista que admira la lentitud meditativa del cine de Bela Tarr nos incita a demorarnos frente a cuadros  minuciosamente ejecutados que (barthesianamente) nos “punzan”. Sin duda, las obras de Gabriel O’Shea son  oportunamente intempestivas, sintomáticas especulaciones sobre nuestro destino, visiones capitales y torturadas  para tratar de no perder la cabeza

Las Visiones Capitales de Gabriel O´Shea 
Fernando Castro Flórez

Un fantasma recorre la estética contemporánea (valga el juego en torno a un mítico Manifiesto), un espectro que  acaso sea el síntoma de que no es posible imaginar otra comunidad que la del vacío. La obra de Gabriel O’Shea tiene, en mi memoria, la atmósfera inquietante de lo hauntológico, despojado (afortunadamente) de cualquier  rasgo de nostalgia. Dibujante extraordinario y artista obsesivo, ha evitado caer en el manierismo complaciente,  dejando que su fantástica imaginación le llevara hacia regiones en las que lo sombrío se impone al (goyesco) sueño  de la razón. 

Gabriel O’Shea atraviesa, con extremada lucidez, la hipnosis de la llamada Inteligencia Artificial, para reclamar  la potencia (siempre desconocida según Baruch Spinoza) del cuerpo. Consciente, como todos aquellos que no  estén instalados en la bunkerización propia de los hikikomori, de que la conducción algorítmica de la existencia  nos lleva a estar “tristes por diseño”, plantea unas extrañas reconfiguraciones que afectan, literalmente, a (nuestras)  cabezas. Desde aquellos dibujos que Leonardo realizara de los cráneos hasta las vanitas barrocas o una película  como Eraserhead de David Lynch, encontramos sedimentado un proceder alegórico que unifica el “semblante”. 

El resto puede ser algo más que el silencio, especialmente para un artista que, como declaró en una entrevista, le  gusta coleccionar los residuos de su trabajo (polvo, maderas, guantes), confiando en la antigüedad de las cosas o,  mejor, propiciando una “resurrección” a través de su capacidad creativa. Ya no basta con un cuadrado negro para  dar cuenta de nuestro “tiempo desquiciado”. Cualquier elaboración del duelo necesita de una re-configuración del  cuerpo (amado) perdido, incluso tenemos que mimetizar (depresivamente) lo que está corrompiéndose. 

Gabriel O’Shea ha utilizado, durante años, la cera para rematerializar fragmentos de cuerpos, aludiendo, sin  anécdota ni derivaciones documentales, a la violencia contextual. Acaso estas “disciplinas” de la carne tengan que  ver con su educación religiosa que introduce un rastro de espiritualidad enigmática. Las visiones capitales que  presenta en la Galería Hilario Galguera de Madrid no comparten la dinámica del futurismo tecnológico, aunque  tengan un singular tono ciber-gótico. En última instancia, estas maquinaciones pictóricas son esfuerzos (a pesar de  todo) de recomponer lo humano en una época de nihilismo consumado en la forma de la cibernética. 

Obertura de Gabriel O’Shea “anuncia lo que está por venir”; esas pinturas ofrecen un reflejo inquietante y familiar de lo que somos. Cuando las vemos, lo importante es aquello que nos mira. Todas esas cabezas nos hurtan la  mirada, aunque el modo en el que nos dan la espalda esos sujetos está en las antípodas de la recóndita promesa  de reconciliación que latía en los caminantes de Friedrich que intentaban encontrar sentido a un mundo sin dioses  en una playa inhóspita o en los abismos de la montaña. La niebla romántica se ha disipado y, en vez de una ruina a  partir de la cual comenzar a poetizar lo que nos queda, tenemos que sobrevivir en el seno de lo in-mundo

Lo que nombran las obras de Gabriel O’Shea, desde la neuroplasticidad a la reconexión, de los circuitos a lo  corrupto, es lo tecno-planetario, esto es, la existencia atrapada en los dispositivos. La ausencia de rostro en la  frontera del interface podría interpretarse como una petrificación post-medúsea que hace desaparecer cualquier  deseo de identificación. Alterados en la (pseudo)conectividad o, para ser más precisos, completada la rostrificación  (esa noción que introducen Deleuze y Guattari en Mil Mesetas), tendríamos que intentar mirar de otra manera.  Este artista que admira la lentitud meditativa del cine de Bela Tarr nos incita a demorarnos frente a cuadros  minuciosamente ejecutados que (barthesianamente) nos “punzan”. Sin duda, las obras de Gabriel O’Shea son  oportunamente intempestivas, sintomáticas especulaciones sobre nuestro destino, visiones capitales y torturadas  para tratar de no perder la cabeza

Las Visiones Capitales de Gabriel O´Shea 
Fernando Castro Flórez

A specter haunts contemporary aesthetics (a play on a mythical Manifesto), a ghost that is perhaps the symptom of the impossibility of imagining any community other than that of the void. Gabriel O’Shea’s work, in my memory, carries the unsettling atmosphere of the hauntological, (fortunately) stripped of any trace of nostalgia. An extraordinary draftsman and obsessive artist, he has avoided falling into complacent mannerism, allowing his fantastic imagination to guide him to realms where the somber prevails over the (Goya-esque) sleep of reason.

Gabriel O’Shea traverses, with extreme lucidity, the hypnosis of so-called Artificial Intelligence to reclaim the power (always unknown according to Baruch Spinoza) of the body. Aware, like those who are not entrenched in the self-bunkerization of the hikikomori, that the algorithmic control of existence leads us to be “sad by design,” he proposes strange reconfigurations that literally affect (our) heads. From the drawings Leonardo made of skulls, to the baroque vanitas, or a film like David Lynch’s Eraserhead, we encounter a sedimented allegorical procedure that unifies the “countenance”.

The rest can be something more than silence, especially for an artist who, as he declared in an interview, likes to collect the residues of his work (dust, wood, gloves), trusting in the antiquity of things or, rather, fostering a “resurrection” through his creative capacity. A black square is no longer enough to account for our “deranged time.” Any elaboration of grief requires a reconfiguration of the (beloved) lost body; we even have to mimic (depressively) what is becoming corrupted.

Gabriel O’Shea has used, for years, wax to rematerialize fragments of bodies, alluding– without anecdote or documentary derivations– to contextual violence. Perhaps these “disciplines” of the flesh are linked to his religious upbringing, which introduces a trace of enigmatic spirituality. The capital visions he presents at Galería Hilario Galguera Madrid do not share the dynamics of technological futurism, even if they have a singular cyber-gothic tone. Ultimately, these pictorial machinations are efforts (in spite of everything) to recompose the human in an age of consummate nihilism in the form of cybernetics.

Obertura by Gabriel O’Shea “announces what is to come”; these paintings offer an unsettling and familiar reflection of who we are. When we look at them, what matters is what looks back at us. All these heads steal our gaze, yet the way in which the figures turn their backs on us is diametrically opposed to the profound promise of reconciliation that lingered in the figures of Friedrich’s wanderers, who sought meaning in a godless world, whether on a desolate beach or in the abysses of the mountains. The romantic fog has dissipated, and instead of a ruin from which to begin poeticizing what remains, we must survive in the midst of a defiled world.

What the works of Gabriel O’Shea name, ranging from neuroplasticity to reconnection, from circuits to the corrupted, is the techno-planetary, that is, existence trapped in devices. The absence of a face at the frontier of the interface could be interpreted as a post-medusa petrification that makes any desire for identification disappear. Altered in (pseudo)connectivity or, to be more precise, once the process of “faceification” (that notion introduced by Deleuze and Guattari in A Thousand Plateaus) has been completed, we would have to try to look in a different way. This artist, who admires the meditative slowness of Bela Tarr’s cinema, urges us to linger in front of meticulously executed paintings that (in a Barthesian sense) “prick” us. Undoubtedly, Gabriel O’Shea’s works are appropriately untimely, symptomatic speculations about our fate, pivotal and tortured visions meant to keep us from losing our heads.

The Capital Visions of Gabriel O’Shea
Fernando Castro Flórez

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