Con 14 años de carrera, Roberto del Río es un artista mexicano autodidacta que ha explorado el sentido de los materiales superpuestos, las texturas heterogéneas y el color. Ha concentrado su proceso creativo en el uso de veladuras y estratos donde superpone capas de elementos y pintura que crean una genealogía estética evocando el sentido del mito y la historia.
Roberto del Río mezcla iconografía ancestral con información del presente relevante al ser humano de hoy. A través de un juego de códigos, genera una especie de códice donde se entraman los enigmáticos jeroglíficos, símbolos y matices que en algún momento fueron utilizados por nuestros ancestros para explicar el origen del cosmos. Las figuras y formas utilizadas describen el temperamento no informativo y fragmentado de lo comunicado, jugando con los paradigmas del espectador.
Con este cuerpo de obra, del Río apela a la naturaleza de la especie humana y a la biología cósmica que la compone. “Somos ese espectador que mientras crea, se pierde en lo creado”. Mediante el uso de múltiples veladuras, el artista pretende sepultar facetas, iconografías, lenguajes y códigos, marcando y borrando simultáneamente las huellas de un intento de registro gráfico. La obra, formada de múltiples otras obras, funge como un gran collage activo, representando con esto tanto la frustración como la voracidad con la cual nuestra especie está siendo sometida al bombardeo informático.
Con 14 años de carrera, Roberto del Río es un artista mexicano autodidacta que ha explorado el sentido de los materiales superpuestos, las texturas heterogéneas y el color. Ha concentrado su proceso creativo en el uso de veladuras y estratos donde superpone capas de elementos y pintura que crean una genealogía estética evocando el sentido del mito y la historia.
Roberto del Río mezcla iconografía ancestral con información del presente relevante al ser humano de hoy. A través de un juego de códigos, genera una especie de códice donde se entraman los enigmáticos jeroglíficos, símbolos y matices que en algún momento fueron utilizados por nuestros ancestros para explicar el origen del cosmos. Las figuras y formas utilizadas describen el temperamento no informativo y fragmentado de lo comunicado, jugando con los paradigmas del espectador.
Con este cuerpo de obra, del Río apela a la naturaleza de la especie humana y a la biología cósmica que la compone. “Somos ese espectador que mientras crea, se pierde en lo creado”. Mediante el uso de múltiples veladuras, el artista pretende sepultar facetas, iconografías, lenguajes y códigos, marcando y borrando simultáneamente las huellas de un intento de registro gráfico. La obra, formada de múltiples otras obras, funge como un gran collage activo, representando con esto tanto la frustración como la voracidad con la cual nuestra especie está siendo sometida al bombardeo informático.
With a 14-year career, Roberto del Río is a self-taught Mexican artist who has explored the meaning of layered materials, heterogeneous textures, and color. His creative process focuses on the use of glazes and strata, where he overlays layers of elements and paint to create an aesthetic genealogy, evoking the sense of myth and history.
Roberto del Río blends ancestral iconography with present-day information relevant to contemporary humanity. Through a play of codes, he creates a sort of codex where enigmatic hieroglyphs, symbols, and nuances intertwine—elements once used by our ancestors to explain the origins of the cosmos. The figures and forms he employs reflect the non-informative and fragmented nature of communication, challenging the viewer’s paradigms.
With this body of work, del Río appeals to the nature of the human species and the cosmic biology that shapes it. “We are the spectator who, while creating, becomes lost in what is created.” Through the use of multiple layers of glazing, the artist seeks to bury facets, iconographies, languages, and codes—simultaneously marking and erasing the traces of an attempt at graphic recording. The work, composed of multiple individual pieces, functions as a dynamic collage, symbolizing both the frustration and the voracity with which our species is subjected to an overwhelming flood of information.